En el instituto nos enseñan muchas, muchas cosas, pero no todas las que deberían de enseñarnos para poder afrontar los problemas de la vida adulta.
Porque, a fin de cuentas, todos sabemos sumar, restar, hacer el MCM, analizar sintácticamente una frase, que la escritura cuneiforme se originó en la antigua Mesopotamia… A pesar de todo esto, cuando entramos en detalles más burocráticos de la vida adulta, nos sentimos, de repente, completamente solos, desamparados y desprotegidos ante cuestiones extrañas y difíciles que nunca jamás nos habían enseñado y nos habíamos planteado.
Por ello, la educación necesita un cambio
La educación ha dado un cambio abismal de hace unos años hasta ahora, y basta con preguntarles a nuestros padres qué estudiaban ellos en el colegio para darnos cuenta de lo diferente que eran los temas que ellos estudiaban a los que nos enseñan a nosotros ahora, en cualquier etapa de la educación en la que nos encontremos.
Antiguamente, a nuestros padres los separaban en diferentes clases según su sexo. Porque, antiguamente, las aulas se dividían por sexo porque se aprendían cosas diferentes según fueras un niño o una niña.
Vamos a darte una ligera idea de lo que estudiaban antiguamente nuestros abuelos, en contraposición de lo que estudiamos nosotros ahora.
Una mujer tenía materias específicas para su labor: costura, tareas de casa, comportamiento adecuado, moral… todas esas cosas que se esperan de una niña buena y responsable de la época de nuestros abuelos. Que se encargue de las cosas de casa, y, por ello, su educación iba orientada, precisamente, a ese tipo de estudios.
El hombre, en cambio, si tenían dinero, estudiaban materias tales como filosofía, matemáticas, lenguaje… O tenían la opción, que era entrar de aprendiz en un oficio (peluquero, albañil, fontanería…) y, tras mucho barrer suelos, iban escalando y aprendiendo hasta aprender por completo el oficio que habían escogido.
Ahora, las cosas son muy distintas… pero siguen siendo ineficientes
En la actualidad, hombres y mujeres estudian juntos en la misma aula y, gracias a las oportunidades y ayudas que nos brinda el Estado, todos podemos acceder a la universidad y estudiar lo que más nos guste para dedicarnos a ello, independientemente de que sea considerado un trabajo de hombre o de mujer.
El problema real de todo esto es que, cuando finalizamos el instituto (que es donde finaliza la etapa obligatoria del estudiante), todavía no hemos aprendido cosas que nos puedan servir de verdad para la vida adulta.
Y esto lo dice una profesora que se ha dedicado toda su vida a esta profesión. La educación actual está obsoleta, es inútil para los tiempos que corren. Y no solo lo pienso yo, sino que gran parte de la población se ha dado cuenta de que el modelo educacional no funciona para el mundo laboral en el que estamos inmersos.
Desde que empezamos en la escuela (es decir, desde que somos unos niños), nos enseñan a leer, sumar, restar… y esto sí que es muy importante. Pero, a medida que seguimos evolucionando y creciendo, nos enseñan cosas que, a pesar de que es cultura y que deberíamos de ser conscientes de todas ellas, no nos sirven para valernos por nosotros mismos cuando entramos en la etapa adulta.
Con todo esto quiero decir que el 100% de la población sería capaz de decirte que la Segunda Guerra Mundial empezó por culpa de Hitler y su estereotipo del hombre ideal (grande, fuerte, ojos azules y rubio), y que esta guerra tuvo lugar entre el 1939 y el 1945. Sin embargo, también te puedo decir que, a no ser que un estudiante haya entrado en Bachillerato y haya escogido la asignatura Economía, no va a ser capaz de saber cuándo un contrato de trabajo es abusivo, cuáles son sus derechos como trabajador o qué ha de hacer si, por ejemplo, desea alquilar una vivienda.
Existen una serie de circunstancias que, si no hemos estudiado previamente o nadie nos la ha explicado, no vamos a ser capaces de solventarlas por nosotros mismos. Y yo no digo que no sea importante saber sobre el mínimo común múltiplo o que la guerra de la independencia en España fue entre el 1808 y el 1814. Pero sí que digo que, al igual que nos meten cientos de conocimientos culturales importantes… enseñar a la nueva generación todo lo referente a cosas importantes para su vida es igualmente necesario.
Cosas como contratos laborales, derechos y deberes, burocracia, alquileres y ventas de viviendas… esas cosas que a nadie parece importarles, hasta que tienen que hacer uso de ella. Y, entonces, descubren lo poco que saben sobre el tema en cuestión.
Una vez explicado todo esto, vayamos al tema que nos ocupa: vender una casa
Vender un inmueble es algo que, debido a la crisis económica que estamos sufriendo (y que se ha incrementado desde la pandemia del COVID-19, muchos nos hemos planteado como posibilidad para conseguir un dinero extra y una casa más barata.
Pero la cuestión reside en que, cuando tomamos la decisión, nos quedamos en blanco: ¿qué tengo que hacer para vender mi casa? Como veis, es otra de las grandes incógnitas para las que la educación actual no nos ha preparado, a no ser que estudiemos economía de mercado por nuestra cuenta.
Vayamos paso a paso:
-Antes que nada, vas a tener que ponerle un precio de venta. ¿Y cómo hago eso? Investigando cuánto cuestan los precios de la zona en la que vives. Porque un piso en Madrid capital no va a costar lo mismo, ni por asomo, que en un pueblo perdido de la mano de Dios. Por lo tanto, una cosa que vas a tener que estudiar es el precio de mercado de tu localidad y de tu barrio para, así, tener alguna posibilidad real de venta.
Desde Huella Digital nos explican que esto es algo realmente difícil, porque la mayoría de los precios que encuentras en internet pueden ser más orientativos que otra cosa. Por lo tanto, nos aconsejan que, para que puedas hacer esta tasación de la forma más real posible, lo mejor para ti es que acudas a un profesional en venta de viviendas y que te orientes con su ayuda. La ayuda profesional es algo que nunca hemos de desechar, y menos cuando hablamos de algo tan caro como lo es una vivienda.
-Habrás que demostrar que la vivienda es realmente tuya. ¿Cómo? Con el papeleo, que es otra de las cosas que no te explican. ¿Y cómo demuestro que la vivienda que intento vender es mía y no estoy tratando de cometer una estafa?
- Título de propiedad: esto es imprescindible para la venta de la vivienda, porque es el documento (el contrato oficial) que dice que la propiedad en cuestión es tuya. Es decir, es el papel que dice que la vivienda es de tu propiedad y, como tal, puedes venderla, alquilarla o hacer lo que quieras con ella.
- Certificado de eficiencia energética: esto no es más que un documento que va a certificar el consumo energético de tu vivienda y su clasificación en una escala de eficiencia. ¿Y esto a qué viene?, te preguntarás. En un mundo donde cada vez es más importante luchar contra la contaminación, el estado se encarga de que se cumplan ciertas reglas para evitar esto. Y de esto se encanta ese certificado.
- Certificado de habitabilidad: esto no es más que un papelito que garantiza que la vivienda que intentas vender es habitable. Y eso no es una tontería, porque muchas veces, al alquilar, nos encontramos con viviendas que están muy, muy lejos de serlo. Este documento nos garantiza que sí lo es.
- Seguro de hogar: Otra cosa importantísima es asegurar que tu casa está asegurada contra incendios, inundaciones y otros riesgos. De esta forma, creas la seguridad en la persona que te va a comprar la casa.
- Escritura de compraventa: si no tienes esto, no puedes venderla… porque este es el documento legal que has de entregar para que la venta sea legal. Sin ella, no haces nada de nada.
- Certificado de no deuda de impuestos: como su nombre indica, este documento va a garantizar a la persona que vaya a adquirir tu vivienda que no tiene impuestos de los que hacerse cargo, ni con el ayuntamiento ni con la comunidad de vecinos. Porque encontrarse una casa para comprar con impuestos es algo que hecha para atrás a la mayoría de las personas.
- Informe de la cuenta corriente de la comunidad de propietarios: esto es lo mismo que antes, solo que exclusivo con la comunidad de propietarios. En él, se garantiza de que no tienes deudas pendientes con la comunidad de propietarios.
- Informe de instalaciones: nadie quiere una casa sin agua, luz ni gas. Por ello, este informa es un documento legan que indica que todas las instalaciones de la casa están en buen estado y cumplen con las normas legales.
- Licencia de obra: vas a tener que explicar si la casa ha sufrido de cambios o de obras, y, para ellos, vas a tener que adjuntar todas las licencias de obra que hayas tenido que realizar. De esta forma, la persona que la adquiere estará al corriente de todos los cambios que hayas realizado, por si a la larga dan problemas.
- Certificado de no cargas: Es un documento que acredita que la vivienda no tiene cargas o gravámenes pendientes. Otra vez más, es para que la persona que la adquiere sepa que no tiene nada pendiente a su cargo cuando la adquiera.
-Darle visibilidad es de las cosas más fáciles, porque puedes hacerlo a través de webs de ventas o alquileres o a través de una inmobiliaria. Pero, para que sepan que la vendes, tendrás que hacérselo saber al mundo entero. Es un paso importante que no debes olvidar bajo ningún concepto.
-Una vez hayas realizado la venta, tendrás que firmar la Escritura de la vivienda ante un notario, para que quede completamente registrada la venta de forma legal. Es una de las cosas más fáciles, porque notarías hay en todas partes.
Ahora ya sabes lo que has de hacer para vender una casa.
¡Buena suerte!