Por todos y todas es sabido que la gastronomía de nuestro país es una de las mejores del mundo. Hay muy poca gente que ponga en duda este asunto, especialmente si es de nuestro país o ha visitado nuestro territorio en alguna ocasión y ha podido disfrutar de varios de los manjares que esta gastronomía tiene reservados para las personas que depositan su confianza en ella.
Argumentos hay de sobra. Uno puede ser el de la paella. Otro, el del jamón. El queso o las migas también pueden constituir razones de peso para considerar a nuestra comida como la mejor del mundo. Y eso que todavía no hemos mencionado el pulpo, las distintas especialidades de bollería que podemos encontrar a lo largo y ancho de cada provincia o comunidad autónoma o de los distintos tipos de vino que nacen de nuestra tierra. La verdad es que sí, que hay muchas comidas o bebidas que está claro que son de una calidad exquisita y que todo el mundo quiere probar.
Vamos a dedicarle al vino, el último de los factores a los que hemos hecho referencia, los párrafos de los que vais a disfrutar de aquí al final del artículo. Hemos querido hacer una radiografía del estado actual de este sector, de su consumo, de su producción y de las necesidades de sus clientes, entre otras cosas. Para ello, hemos contactado con los amigos de Bodegas Federico, quienes nos van a arrojar luz sobre cada uno de estos temas y que también han querido realizar su particular análisis con respecto al futuro de una actividad como esta.
La valoración general que realizan del estado de salud de nuestro sector vinícola es muy buena. En líneas generales, la población española sigue valorando mucho el hecho de disponer de un producto como este porque lo consume bastante y suele apreciar la calidad que va asociada a los caldos españoles.
Y ojo, porque no solo valoramos la calidad del vino español las personas que vivíamos en nuestro país. Desde hace muchos años, nuestro vino es uno de los que más se exporta de todo el mundo. De hecho, y según los datos de los que disponen los profesionales de este sector, exportamos a prácticamente todos los países del mundo. Estados Unidos es uno de nuestros socios más fieles… y eso que tienen superficies de viñedo en algunos de sus estados. No obstante, la Unión Europea es nuestro principal y hemos encontrado un filón en países como China, Japón o Corea del Sur, que cada vez nos compran una mayor cantidad de vino.
Si cuadramos esos datos con los de los países del mundo que más vino consumen de acuerdo a un estudio desarrollado por el portal web Statista, veremos la tan buena situación en la que nos encontramos. Portugal, con más de 53 litros de vino por persona al año, es el país que más consume con diferencia. Italia y Francia, con algo más de 35 litros por persona al año, se suben al podio. Estas son buenas noticias para nosotros puesto que, a pesar de que estos países tienen producciones propias, nos compran bastante vino a los españoles (de hecho, son los que hacen posible que la Unión Europea sea nuestro principal socio en lo que ha compra de vino se refiere.
Echadle un vistazo al resto de países que aparecen en la gráfica. Podréis ver a Suiza, a Austria, a Alemania y a España entre las posiciones cuarta y séptima. Sin duda, esto refuerza lo que estábamos diciendo en el párrafo anterior. Vivimos en un continente en el que está muy arraigado el consumo de vino… y nuestro país es uno de los mejores productores que todos los países del continente van a poder encontrar. Por tanto, nos podemos beneficiar (y llevamos décadas haciéndolo) de este contexto y del producto tan bueno que ofrecemos. Y es que España es una tierra excelente para vivir del vino.
Nuestro vino es de calidad
Además, otro de los aspectos positivos que tenemos en España es que nuestro vino es de calidad. No en vano, una noticia publicada en la página web del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación establece que el 97% de la superficie de viñedo con la que contamos en el interior de nuestras fronteras está en un territorio que cuenta con alguna denominación de calidad. Esta es la mejor razón por la cual los vinos españoles son tan demandados en sitios tan distintos del mundo. No cabe duda de que lo que es bueno tiene un índice mucho mayor de supervivencia que lo que no lo es tanto.
El dato que hemos compartido con vosotros y vosotras en el párrafo anterior es complementario, porque solo sabiendo que el vino español se exporta a países de todos los lugares del mundo ya nos ofrece una idea de la calidad con la que se trabaja el vino en el interior de nuestras fronteras. Podemos considerarnos unos privilegiados por tener tan a mano un producto que es tan valorado por la gente y que tantas buenas noticias reporta para nuestro país cada año.
Sobran las razones para considerar al vino como uno de los elementos estrella de nuestra gastronomía. Las más relevantes, desde nuestro punto de vista, son las siguientes:
- La tierra en la que vivimos, junto con su clima, es perfecta para la producción del vino. Podemos sentirnos muy afortunados por tener ambas cosas.
- El seguimiento que hacemos de la materia prima (la uva) es muy pormenorizado, mimando la calidad en cada uno de los procesos que se desarrollen con ella.
- La tradición y la experiencia son dos conceptos clave en nuestra apuesta por el vino. Llevamos muchos siglos cultivando vid y los conocimientos y secretos específicos van pasando de generación en generación, conservándose de ese modo la apuesta por la elaboración de un gran vino.
- La variedad de los vinos con los que contamos hace posible que el público que los consume sea mucho más amplio. Hay que tener en consideración que las personas solemos ser bastante maniáticas en este sentido y que la que adora el vino tinto, quiere vino tinto casi siempre, algo que sucede de la misma manera si somos fans del vino blanco o del rosado.
Tenemos una fiabilidad tal que, incluso cuando el consumo de vino ha sido menor de lo habitual en España, hemos sido capaces de conseguir vender prácticamente todo lo que se produce. Esa fortaleza no la tienen todos los productos ni todos los sectores. Por ende, debemos valorar la robustez y el compromiso con el que suele trabajar el vino de nuestro país y que tanta reputación le ha reportado tanto a nivel nacional como internacional.
Hablamos de un producto que es universal, que gusta en todos los lugares y que ha conquistado todos los mercados. Además, y esto también nos parece muy importante para destacar, el vino es un producto suele gustar en distintos tipos de públicos. Tiene una legión de fans que es heterogénea. Esto es algo en lo que se ha trabajado desde el sector durante lo que llevamos de siglo XXI de tal modo que se ha pasado de disponer de un público mayoritariamente masculino y de mediana o avanzada edad a tener un conjunto de seguidores en los que la diferencia por sexo ya es mínima y en los que la gente joven (pero mayor de edad, claro) también tiene una cuota importante.
Esa heterogeneidad de públicos es la que, en opinión de todos los expertos del sector, hace posible que el futuro de un producto como este y de la actividad que va ligada a su producción estén más que asegurados. Estamos hablando de uno de los subsectores más rentables de nuestra economía y hay que hacer todo lo que esté en nuestra mano para cuidar de él.
El vino es uno de los productos más especiales de la gastronomía de nuestro país y una de las señas de identidad más evidentes de nuestra cultura. Es lo que más y mejor va a externalizar a nuestro país en el mundo entero y, por tanto, debemos hacer posible que el cuidado y el mimo que le dediquemos sea el máximo posible. Estamos convencidos de que así va a seguir siendo porque contamos con muy buenos profesionales dentro de este campo en España.
El vino es uno de los productos que más conexión tienen con nuestro modo de vida y así va a seguir siendo. Las personas que viven en una de esas zonas en las que la producción de vino es una de las actividades económicas principales saben perfectamente el mimo con el que se trabaja y son conscientes de la calidad tan grande de la que disponen los distintos vinos que se van generando a lo largo y ancho de la geografía de nuestro país. No es para menos. Hay que valorar lo que tenemos, lo que hemos construido con el paso de los años y de los siglos y la repercusión que tienen nuestros productos allá por donde van.