Vivir en Madrid o en Barcelona se ha convertido en un lujo. Ya no se construye casi vivienda nueva, y la que se hace está muy lejos del centro y sale muy cara. Comprar o alquilar vivienda antigua reformada es la solución para vivir en la ciudad con todas las comodidades. Pero esto, a veces, implica que el edificio y la vivienda estén rehabilitados.
Muchos de nosotros trabajamos en la ciudad, disfrutamos nuestro ocio en ella. Nuestro círculo de relaciones lo hemos construido en la urbe. Tener que abandonarla porque no encontramos una vivienda adecuada y asequible puede resultar un drama.
Las ciudades españolas están conformadas por viviendas con más de 30 años de antigüedad. En algunos barrios, y más si nos acercamos al centro, la antigüedad de los inmuebles supera el medio siglo. Con frecuencia encontramos edificios centenarios que continúan habitados. Han sido objeto de alguna que otra reforma.
El periódico El País informa que se venden más viviendas de segunda mano que durante la burbuja inmobiliaria. Gran parte de las operaciones se realizan en las ciudades de más de 100.000 habitantes. El año paso se registró el mejor mes de marzo de los últimos 15 años. Se calcula que el 80% de las ventas de pisos son viviendas que antes habían sido ocupadas. En este fenómeno influye la escasez de obra nueva y el hecho de que en las ciudades la principal opción es adquirir una vivienda de estas características.
Los gestores de Goneo, una constructora especializada en rehabilitación de edificios en Madrid, nos comentan que cada día se rehabilitan edificios en la capital, para después alquilar o vender las viviendas.
Esta práctica le está dando una segunda vida a muchos pisos y renovando la población de barrios enteros, contribuyendo a que continúen siendo lugares agradables en los que vivir.
Vivir en Malasaña. Madrid.
Malasaña es un barrio emblemático del centro de Madrid, ubicado a 5 minutos andando desde Plaza España. Es limítrofe con las calles Fuencarral, Gran Vía, Princesa y Alberto Aguilera. Está conformado por edificios de más de 100 años de antigüedad, en su inmensa mayoría rehabilitados.
A pesar de su localización privilegiada, Malasaña era antiguamente un barrio de trabajadores, como lo era Lavapiés. Por lo que en el interior del barrio no vas a encontrar edificios señoriales.
Dice el blog inmobiliario Habitaclia que Malasaña está de moda. Es uno de los barrios preferidos para comprar y alquilar en el centro de Madrid. Se ha convertido en lugar de residencia para profesionales liberales y artistas con un espíritu urbanita. Su proximidad a algunas de las principales avenidas de la ciudad y todo el abanico de servicios del que dispone (colegios, centros de salud, zonas comerciales, zonas de ocio) lo convierten en un lugar indicado para fijar la residencia.
Uno puede pensar que Malasaña no es más que una zona de ocio nocturno. Pero no es así. Tiene una identidad de barrio muy marcada. En él conviven los vecinos de toda la vida con los nuevos habitantes. Dispone de librerías, zapaterías artesanas, mercadillos de segunda mano, colmados, y todo un abanico de comercio de proximidad que vive de su relación con los vecinos. Todo con ese aire bohemio que siempre lo ha caracterizado.
Malasaña es un barrio con historia, y se respira en sus calles. En la Plaza 2 de Mayo, centro neurálgico de la zona, fue uno de los escenarios principales en los que los habitantes de Madrid se enfrentaron a las tropas napoleónicas al comienzo de la guerra de la independencia. El barrio debe su nombre a Manuela Malasaña, una costurera que fue heroína y mártir en el levantamiento de Madrid contra la invasión francesa en 1808. La joven vivía en el barrio, cerca de donde se encontraba el Parque de Artillería de Monleón,
Este barrio fue la incubadora de la llamada movida madrileña. A principios de los 80 ya existían los pubs Pentagrama y Vía Láctea, que aún siguen funcionando. Frecuentado por músicos como Antonio Flores, Antonio Vega, los hermanos Urquijo (de Los Secretos) o Manolo Tena. En aquellos bares se fraguaron multitud de grupos de Pop y Rock de la época. Algunos trascendieron y otros no.
Una encuesta realizada por Machine learning entre 3.200 madrileños sitúa al distrito Universidad, al que pertenece Malasaña, como una de las mejores zonas para vivir en Madrid. En ellos se evalúan criterios de habitabilidad como los equipamientos públicos, las zonas comerciales y la calidad de vida en el vecindario. Sin embargo, siempre no fue así. A finales de la década de los 80, Malasaña, junto a su vecino el barrio de Chueca, era un punto habitual de venta de heroína. A determinadas horas se respiraba un ambiente marginal y no era seguro caminar por sus calles.
En los 90, Malasaña se consagra como una de las principales zonas de marcha de Madrid. La convivencia con los vecinos se resiente. Hoy, el barrio sigue ofreciendo una interesante oferta de ocio nocturno, pero la vida en la zona es mucho más tranquila.
Rehabilitación integral.
Para hacer que edificios como los del barrio de Malasaña sean habitables en pleno siglo XXI es necesario someterlos a una rehabilitación integral. Una puesta a punto, que da como resultante, viviendas con equipamientos nuevos, dentro de una fachada antigua. Tal y como se realizan las reformas hoy en día, entrar a vivir en una vivienda rehabilitada no tiene nada que envidiar a hacerlo en una vivienda de obra nueva. La rehabilitación integral de fincas antiguas incluye obras como estas:
- Rehabilitación de tejados y cubiertas.
Se reparan tejados y azoteas y se impermeabilizan instalando telas asfálticas y láminas de PVC, con lo que aumenta el aislamiento térmico y sonoro del edificio. Se restauran los sistemas de evacuación de aguas pluviales y se reparan o sustituyen los elementos estructurales dañados.
- Rehabilitación de fachadas.
Cuando se está trabajando en edificios antiguos, lo que se busca es que la fachada quede lo más parecida posible a la original, pero aumentando su protección con los materiales actuales. Para eso se limpia en profundidad la fachada, se restauran los elementos estropeados, buscando conservar la estética del inmueble, y se instalan elementos que aumentan el aislamiento térmico y acústico de las paredes del exterior.
- Rehabilitación de los cimientos y de la estructura.
Estas obras hacen que, a pesar de los años, el edificio continúe siendo seguro. Se recalzan los cimientos, se refuerzan las vigas y los muros maestros y se consolida la estructura en general.
- Reforma de las instalaciones.
Este es un aspecto importante para hacer que las viviendas antiguas sean habitables hoy. En ocasiones supone la sustitución completa de la instalación de luz y agua. En edificios muy antiguos, el cableado eléctrico estaba recubierto de nailon. Esto es peligroso, ya que puede ocasionar cortocircuitos e incendios. Las instalaciones eléctricas de hace 70 o 100 años soportan a duras penas el consumo eléctrico que se realiza actualmente.
Algo parecido sucede con las tuberías de agua. Fabricadas en su día con cobre, suponen un riesgo para la salud de los vecinos, puesto que se trata de un material tóxico, que va dejando residuos en el agua.
Cuando se inician las obras de rehabilitación en una finca antigua, en ocasiones hay que realizar una acometida a la canalización de gas, colocar una instalación nueva y surtir de gas natural a todo el edificio. Los edificios antiguos no tenían este servicio y los vecinos se abastecían de butano.
El estilo de vida que llevamos actualmente obliga a que las viviendas estén habilitadas para recibir servicios de telecomunicaciones, que podamos instalar calefacción, y desde luego, que se derriben las barreras arquitectónicas.
¿Es igual de confortable vivir en una vivienda rehabilitada que en una nueva?
Depende de las obras que se hayan realizado. Si se ha hecho todo como corresponde, es como vivir en un piso nuevo, no echarás nada a faltar.
Esto implica una revisión a fondo de la vivienda. Aparte de la rehabilitación integral del edificio, de la que hemos hablado antes, supone acometer reformas en el piso en sí. Por ejemplo, es importante cambiar las ventanas. En los edificios antiguos las ventanas estaban fabricadas en madera. Con el tiempo, los marcos se han vencido y por ahí entra el frío de la calle. Es importante sustituirlas por unas nuevas de PVC que aumenten el aislamiento térmico del hogar.
Otro aspecto importante es la redistribución interna de la vivienda. En los pisos más antiguos, unas habitaciones conducían a otras, por lo que se perdía intimidad. Había habitaciones sin ventanas y con dimensiones reducidas; por contra, nos encontramos con un salón más pequeño del que necesitamos. La redistribución de los espacios es importante.
También debemos valorar que la vivienda disponga de calefacción y aire acondicionado. Si no lo tiene cuando la adquieres, tendrás que instalarlo tú.
Con la rehabilitación de viviendas antiguas se consigue que los centros de las ciudades continúen habitados, que conserven su vida de barrio y que la gente que le gusta vivir en la ciudad, continúe haciéndolo.